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All-Star Batman and Robin, The Boy Wonder – Reseña y crítica

All-Star Batman and Robin, The Boy Wonder: Para entrar al demencial mundo del vigilante

All Star Batman and Robin, The Boy Wonder, es un sucio y disfrutable tratamiento adulto de los superhéroes, que además no niega su naturaleza de entretenimiento

Por: Jesús Chavarría

DC Comics

El brutal camino del sidekick

Muy pocos como Frank Miller, han sabido delinear el lado más oscuro de Gotham City, de tal modo que realmente parezca que necesitan tener a un sujeto disfrazado, al borde de la locura y por encima de la ley, recorriendo sus calles y azoteas rompiendo los huesos de los criminales los policías corruptos.

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Y es precisamente en ello que, encontrando la complicidad ideal en las ilustraciones estridentes de Jim Lee, el legendario autor de Sin City, se enfoca durante todo el primer tramo de lo que representa su propia versión de la génesis de una de las sociedades de vigilantes más emblemáticas de la cultura pop, al mismo tiempo que la continuación de su Batman Año Uno, y la precuela de esa otra joya llamada Batman Dark Knight Returns.

Por supuesto, aquí dicho proceso es aún más cruenta e inquietante de cómo siempre se había planteado, tras la muerte de sus padres, el joven trapecista que habrá de convertirse en Robin, se ve arrastrado a enfrentar una vorágine de violencia en la que su único guía es un despiadado castigador que no la da respiro, sino por el contrario le reta y le empuja al límite de la ya de por si terrible situación, manteniendo una actitud temible y desconcertante, que va de la severidad a la burla.

Los pecados del Murciélago

Resulta fascinante la forma en que el relato dimensiona al Hombre Murciélago como un ser totalmente consumido por el rencor, que más bien pareciera un demonio sin escrúpulos que se regodea con su insaciable sed de venganza. E incluso sugiere que puede llegar a ser capaz de aprovechar y manipular la desgracia ajena en pro de mantener y fortalecer su muy particular cruzada justiciera que puede culminar en lo irremediable.

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Es así, acentuando las diferencias y similitudes que tiene con el joven maravilla, que le va otorgando un retorcido sentido a la existencia de éste último, como aprendiz y compañero, pero sobre todo como una arma viviente en potencia, de la que es responsable y requiere de la poca prudencia y paciencia que aún puede ofrecer, dando pie a momentos incluso conmovedores.

Pero lo excesos no se que quedan solo en el tratamiento de los dos protagonistas principales, estos se extienden, con toda la mala leche del mundo, a la hora de presentar a otros, como en el caso de los integrantes de una incipiente Justice League -Superman, Wonder Woman, Green a Lantern-, cuyas conversaciones agresivas y llenas de insultos que van del amor al odio en segundos, exploran el doble discurso, sirven para jugar con los estereotipos e ironizar conceptos como la misoginia y la intolerancia.

Y ellos se juntan

Todo aunado al peso de los roles femeninos, dígase Black Canary, Batgirl, Vicki Vale y, en menor medida Catwoman, que parten de los convencionalismos, para ir rompiendo el obsceno orden establecido por un machismo podrido irritante y que desafortunadamente puede resultarnos familiar.

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Como de costumbre en el estilo del también perpetrador de 300, el monólogo interno de los personajes se convierte en la herramienta ideal para equilibrar las acciones con fuertes e hilarantes dosis de ironía y reflexiones devastadoras que apunta al desencanto y la filosofía derrotista.

Es ahí donde surgen frases memorables de una lucidez apabullante cómo “Adoro ser el maldito Batman” o “…el color amarillo, la debilidad más idiota que había escuchado jamás”.

All Star Batman and Robin, The Boy Wonder, es un sucio y disfrutable tratamiento adulto de los superhéroes, que además no niega su naturaleza de entretenimiento, producto del encuentro entre Frank Miller y Jim Lee, dos de los precursores de este tipo de propuestas.