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#Opinión

Para quienes sufren problemas de elección

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Leyeron bien. Dice “elección”. No se confundan.
Para los que disfrutamos de los “monitos”, las últimas semanas el tema principal ha sido elegir. “¿Quién crees que gane, Batman o Superman?”. “¿Podrá DC igualar a Marvel en su propuesta cinematográfica?”. “¿Te gusta más Marvel o DC?”. “¿Harley Quinn o Black Widow?”.
Y en las semanas que vienen seguiremos escuchando los promocionales de Captain America: Civil War con la pregunta sobre si eres Team Capitán América o Team Iron Man.
Parce que todo es elegir.
La verdad es que los problemas de elección empiezan al nacer. Y mientras crecemos se recrudecen. De aquellas primerizas elecciones de bebé sobre a cuál de mis dos padres voy a dejar caer mi vómito (léase correctamente reflujo gastroesofágico), o más grande cuando eliges si en el colegio serás rudo o estudioso, el problema crece contigo hasta que un día debes elegir qué vas a estudiar, dónde te gustaría trabajar, con quién te vas a casar, qué película quieres ver, “¿qué no piensas tener hijos?”.
Ya con credencial de “elector” en mano y la madurez oculta detrás de los barros y espinillas del acné, la sociedad te obliga a que ejerzas tu derecho a votar por uno de los candidatos de los partidos políticos, aunque con ninguno te sientas siquiera un poco identificado, ya no digamos que te ofrezca propuestas cercanas a tu día a día. Pero cuidado, tras una buena cantidad de años, caerás en cuenta que en realidad tú no marcaste la boleta electoral, ésta te marcó a ti: al partido que das tu voto te define socialmente. “¿Votaste por el PAN? Estúpido derechista. Seguramente eres rico…”. “¿El PRD? Se van a robar nuestro dinero y desestabilizar la macroeconomía…”. ¿El PRI? ¿Acaso eres un ratero de mier… o te gusta que te roben?”.
Hace ya un par de décadas, una librería que frecuentaba solía importar saldos de cómics editados en España, de hecho, en esos saldos fue que conocí Watchmen y V for Vendetta de Alan Moore. Esa tienda que ya no existe estaba al lado del cine Teresa, que ya no existe tampoco. Una tarde de tremendos ventarrones la marquesina de la librería se desprendió justo cuando yo salía, pero la imagen de un libro (ya no recuerdo cuál fue) me detuvo, y el armatoste de metal cayó a mi lado. ¿Eso cuenta como elección? ¿Podría decir que la lectura me salvó?
Entre Batman y Superman me quedo con los dos. Siempre me ha agradado algo de cada uno. Y entre Iron Man y Capitán América me quedo con ninguno. Siempre me han parecido un poco ñoños. Entre las dos chicas de arriba, las que ilustran este comentario, me quedo con las dos.
Frank Miller tuvo una etapa verdaderamente brillante en Marvel y a DC Comics le entregó un par de obras que han trascendido a las marcas para instaurarse dentro del canon de la buena historieta. Así que si alguien me pregunta si me quedo con Marvel o DC, responderé que depende de cuál sea el equipo creativo. Por ahora, me quedo con Frank Miller.

POR JORGE JURADO

gatoandalus@gmail.com
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