50 años de Mr. Natural, de Robert Crumb

El “verano del amor” hippie de 1967 vio nacer alrededor de 100 publicaciones subterráneas en Estados Unidos, entre esas se encontraba Yarrowstalks, que deslumbró por el uso creativo del color y las ilustraciones. Entre sus logros más recordados está el haber servido como uno de los primeros foros para que el joven ilustrador de tarjetas para American Greetings, Robert Crumb, publicara su incómodo trabajo. Así, el 5 de mayo de 1967 en Yarrowstalks #1 debutó Mr. Natural, fruto de la experimentación de Crumb con LSD y de su desprecio por las formas establecida.
Robert Crumb nació el 30 de agosto de 1943, en Filadelfia, en un hogar católico. Desde pequeño, Robert y sus hermanos Maxon y Charles se sintieron atraídos por la ilustración, llegando a auto-publicar tres números de la revista Foo que vendían con escaso éxito de puerta en puerta.

Los 19 años encontraron a Crumb entrando a trabajar como ilustrador al negocio de las tarjetas de felicitación para la línea Hi-Brow de American Greetings, hasta que se topó con Buzzy Linhart, Liz Johnston y Harvey Pekar, un grupo de artistas bohemios e inconformes. En 1965, ya con una propuesta propia, el dibujante Harvey Kurtzman imprimió parte del trabajo de Crumb en la iconica revista Help! Luego creó al famoso Fritz the Cat para la revista masculina Cavalier y probó el LSD, experiencia que lo marcó para dar vida a Mr. Natural, Angelfood McSpade y Snoid.

En 1968, ya instalado en San Francisco, Robert Crumb creó la fundamental publicación Zap Comix, la cual diera salida a gran parte de su obra e influyera en toda la escena subterránea norteamericana, y gracias al contacto con el dibujante rebelde S. Clay Wilson, dio paso a un estilo grotesco, desagradable, pornográfico y necesario para una sociedad enfundada en valores ultra-conservadores.
En las décadas de los años sesenta y setentas, Mr. Natural gozó de una enorme popularidad, aquel gurú barbudo y calvo que condena al mundo moderno mientras alaba el misticismo y la vida natural, enfundado en su atuendo de profeta, pero detrás de quien se esconde un empedernido y cínico sibarita.

De nombre Fred Natural, este viejo sabio llega al medio siglo conservando aún esa mezcla de iluminación y charlatanería, su gusto por las chicas jóvenes, su impertinencia (llegó a decirle a Dios que le parecía un poco cursi), y su espiritualidad improvisada.