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#Manga

Great Teacher Onizuka: una sátira social del mundo adulto

En otro artículo decíamos que Great Teacher Onizuka es una comedia en el sentido más puro, pero también es una sátira de su sociedad en varios aspectos. Siguiendo esa idea, en esta ocasión, nos gustaría hablar un poco de lo que significa ser hombre en una sociedad como la de Japón y cómo es que Tōru Fujisawa critica ese ideal a través de sus personajes.

Desde el comienzo de nuestra historia está claro que Eikichi Onizuka no es un protagonista tradicional. No representa ideales de tenacidad, disciplina y sacrificio que son a los que suele asociarse la idea del héroe masculino.

En el segundo tomo (Lección 9: El súplex alemán de la ira), Uchiyamada entrevista a Onizuka para el puesto de profesor de Ciencias Sociales en la academia. Sin embargo, desde el principio Uchiyamada se dedica a enfatizar todas las razones por las que Onizuka no es un buen candidato: desde su mediocre formación académica hasta el hecho de que lo único de que puede presumir es su fuerza física (y que ese no es un buen augurio).

En Japón, ser adulto significa, muchas veces, ajustarse a las reglas sociales y, por ende, ‘contener’ el propio egoísmo. Eso significa, grosso modo, obtener un trabajo ‘normal’, una vida ‘normal’ y aspiraciones ‘normales’. Sus amigos así lo han hecho: Ryūji se hace cargo de una tienda de motocicletas y Saejima (pese a ser evidentemente corrupto), se ha integrado a la policía.

Hasta ese punto, Onizuka era el único que no lo había hecho realmente. Su experiencia se limitaba a trabajos de poca paga. En ese sentido, había fracasado como adulto.

Sin embargo, como ya se ha visto, una serie de eventos (des)afortunados permitió a Onizuka hacerse con la posición y empezar una peculiar carrera docente en una de las academias más prestigiosas de Tokio.

Naturalmente, en esta escuela hay maestros de todo tipo, tanto hombres como mujeres. Además de Uchiyamada, el manga nos ha mostrado a Hajime Fukuroda (de Educación Física), Suguru Teshigawara (de Matemáticas), Tadashi Sakurai (de Inglés). Cada uno de ellos representa ciertos estereotipos masculinos que Fujisawa satiriza.

Fukuroda, por ejemplo, está orgulloso de su fuerza física y presume de su estilo de vida saludable. Es lógico que Onizuka represente una amenaza para él, pues pese a no llevar una vida particularmente dedicada al atletismo, destaca por su fuerza y excelencia en los deportes. No importa de qué se trate, Onizuka siempre consigue vencerlo.

Por su parte, el caso de Teshigawara es especialmente significativo. Ante las apariencias, el profesor de Matemáticas es un hombre ejemplar: egresado de la Universidad de Tokio (una de las más prestigiadas de Japón) transmite una imagen de confiabilidad y seriedad. Lo que no puede soportar es que la profesora Fuyutsuki parezca mucho más interesada en Onizuka que en él. Desde su perspectiva, no debería ser así: sus credenciales académicas deberían bastar para que las cosas funcionen en su favor.

Pero el ejemplo más recurrente, sin duda, es Hiroshi Uchiyamada. A pesar de ser constantemente ridiculizado, en realidad él es quien mejor representa al hombre adulto ideal: tiene una posición respetada en la escuela y todos los otros profesores le rinden cierta pleitesía en público (aun si en privado lo desprecian). Es casado y tiene una hija adolescente. Todavía está pagándola, pero tiene casa propia y un auto del que está orgulloso.

Para cualquiera es obvio que Onizuka y Uchiyamada son muy diferentes. Esto también puede verse con respecto a lo que valoran: Uchiyamada, el hombre hecho y derecho, valora su posición y prestigio por encima de todo. El Cresta, su vehículo, es la materialización de su éxito. Es el mundo dándole palmaditas en la espalda, diciéndole “¡muy bien, lo lograste!”. Es símbolo de lo que lo distingue de otros.

Que el coche sea constantemente destruido es un recurso cómico, pero también satírico. Curiosamente, Onizuka casi siempre está involucrado en su destrucción. La primera vez fue mientras salvaba a Yoshikawa de caer del edificio (Lección 13: Pista de baile) y la segunda, en circunstancias muy parecidas (Lección 21: El shumai del miedo). En ambos momentos, Uchiyamada ignora el hecho de que el coche es un daño colateral de algo mucho más importante: la vida de un alumno.

Por contraste, en la misma escena en que Onizuka deja caer una motocicleta desde la altura sólo para darle una lección a Urumi, Uchiyamada deja todas sus responsabilidades (incluido el secuestro de la propia Urumi), para perseguir a los ladrones de su coche. Distintas prioridades.

En cuanto a sus relaciones con mujeres, Onizuka y todos los antes mencionados comparten el hecho de ser acosadores. Ninguno se salva: Fukuroda aprovecha su clase para ver descaradamente el cuerpo de sus alumnas, Teshigawara toma fotos de Azusa a escondidas, Sakurai y Uchiyamada acosan chicas en el tren y Onizuka… tiene decenas de ejemplos diferentes.

No obstante, lo que hace a Onizuka distinto es que, pese a esa conducta, sabe cómo actuar cuando se trata de lo más importante. Por ejemplo, en sus esfuerzos por ayudar a Tomoko (Lección 36: Solicitud de destitución) y a Urumi (Lección 66: Que la chica triste sonría) es claro que se olvida de ser un pervertido.

De muchas maneras Tōru Fujisawa demuestra que los adultos son tanto o más irresponsables que su protagonista y no deja pasar ninguna oportunidad para enfatizarlo.

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