The Immortal Hulk, La furia matizada en el límite de la muerte

The Immortal Hulk es la efectiva reinvención de un viejo conocido, que en fondo y forma, es tan deliciosamente retorcida como interesante y llamativa.

Por: Jesús Chavarría

Marvel Comics

La muerte es un tema que ha sido explorado en distintas ocasiones dentro del Universo Marvel, pero quizás ninguna como lo hacen con The Immortal Hulk, en donde como sucede con prácticamente todo lo que se relaciona con este personaje, adquiere otras dimensiones.

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Está vez, partiendo de un hecho lamentablemente tan común como el atraco a una pequeña tienda de autoservicio que termina terriblemente mal, Al Ewing hilvana una historia que hace de la existencia del gigante esmeralda una metáfora sobre la culpa, el castigo y lo irremediable, preguntándose qué pasa con el monstruo si es que Banner muere o viceversa, para luego reflexionar sobre lo qué hay y no hay más allá de la vida, planteando como su gran disyuntiva, el escoger enfrentar la inmortalidad viéndola como una maldición o cómo una forma de hacer justicia, o quizás como ambas cosas, para así encontrar el camino hacia una oscura redención.

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Claro que el asunto es aún más complejo, por que debido a uno de sus intentos por explorar los límites de su existencia, lo que le llevó a recibir una flecha en su cabeza, el atormentado científico provocó cambios en su involuntaria dualidad, ahora el Hulk se fortalece por la noche, además de que es más inteligente, peligroso y hasta cruel.

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Son estremecedoras las viñetas a detalle de su rostro sobre fondo negro, cuando confronta a los victimarios, pasando del gesto severo a la risa y la ironía, para luego aparecer con su figura descomunal asfixiándolo todo en ilustraciones a página completa.

Evocando a la nostalgia

El arco argumental ofrece pasajes salpicados de fatalidad, que van del descarnado final que enfrenta un cobarde sujeto, cuando en su afán de vivir para siempre cae en la trampa del manejo de la energía gamma; a un ingenioso y sugerente armado de testimonios que según la perspectiva de quien lo ofrece -y para lucimiento del arte espectacular de gente como Joe Bennett-, transforma la estética de las secuencias que de pronto parecen arrancadas de los clásicos de superhéroes de los 70s, otras veces de una novela romántica juvenil, otras más de una tira cómica dominical.

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Por si lo anterior fuera poco, el concepto se redondea con frases sacadas de la obra de pensadores de la talla de Jean Paul Sartre, que aluden a la naturaleza del hombre y su percepción de la muerte. Esto en contraste con el claro homenaje a la vieja adaptación para televisión protagonizada por Bill Bixby y Lou Ferrigno de 1977 a 1982, empezando por que colocan al protagonista en similares circunstancias, es decir vagando por lo poblados aprovechando que todo el mundo cree su supuesto descenso, mientras un periodista le sigue los pasos, en este caso una chica que lleva el mismo apellido del personaje correspondiente de aquella serie.

Así pues, tomando en cuenta estos ingredientes, queda claro que The Immortal Hulk es la efectiva reinvención de un viejo conocido, que en fondo y forma, es tan deliciosamente retorcida como interesante y llamativa.